Proceso de Acumulación y Política Económica –Pedro Paz-
Cambios en la economía mundial y sus efectos en las modificaciones de la economía argentina
La fase primario-exportadora
Argentina logró insertarse desde mediados del siglo pasado a la división internacional del trabajo con un sector exportador cuyo dinamismo significó una persistente expansión de la frontera agrícola, un gran movimiento inmigratorio, una extensión continua de sus líneas ferroviarias, cierta diversificación de su estructura productiva y un proceso activo de urbanización en las zonas portuarias.
Como el eje de la acumulación era la expansión de la frontera agrícola para la producción agroexportadora, ello definía también la orientación central de la política económica y de la política en general. Conquista del desierto, o sea, desalojar las tierras a los indígenas con una fuerza militar que garantizara la seguridad en los nuevos territorios apropiados; política agresiva de inmigración para proveerse de mano de obra; expansión de las vías de comunicación y transporte hacia los puertos de exportación, etcétera.
En cuanto a la masiva transferencia, de recursos humanos, se trataba de incorporar una gama de calificaciones y de funciones que va desde empresarios, profesionales y técnicos, arrendatarios y colonos, hasta mano de obra no calificada; y esto es válido tanto para las áreas rurales como para las urbanas.
Se trata de un proceso considerable de transformación tecnológica y de un aumento sustancial de la productividad y de la producción acorde con una progresiva integración en la economía mundial.
Las aportaciones de recursos externos y la transformación de la tecnología se manifiestan durante un período muy prolongado.
Dada la escasa densidad de población y la abundancia de tierra apta se obtenía una relación tierra-hombre muy superior a la de las economías de la época; además la considerable inversión en infraestructura y la propia naturaleza de las economías ganaderas significan una gran disponibilidad de capital por hombre. Ambos elementos determinan, como es obvio, una productividad por hombre sumamente elevada.
La economía argentina de la época se caracterizó además por un nivel de remuneraciones a la fuerza de trabajo superior al que prevalecerá en las demás economías periféricas del mismo período. Argentina se singularizó por una aguda escasez de mano de obra, lo cual condujo a incorporar mano de obra extranjera. Se debía ofrecer un ingreso competitivo con respecto del nivel que los inmigrantes europeos podían obtener en otras economías de inmigración. Por consiguiente, las remuneraciones estaban de algún modo bajo la influencia del mercado internacional de trabajo, lo que probablemente significó incrementar el nivel preexistente.
Dado un aumento sustancial y continuo de la productividad del sector exportador y una tasa de salarios relativamente fija, todo el excedente de ingresos netos por encima de los salarios pasó a manos de los propietarios de la tierra. En el caso de Argentina, éstos se habían apropiado con anterioridad de prácticamente toda la pampa húmeda donde se realizaba la expansión exportadora. Mientras en Argentina el inmigrante que aspiraba a la propiedad de la tierra no tenía otra alternativa que trabajar como asalariado o arrendatario en haciendas ya establecidas, en las otras economías existió una frontera agrícola en expansión y el Estado fomentó el establecimiento de colonos; en estos casos la tasa de salarios urbana y rural y tenía un límite mínimo determinado por el nivel de ingreso que se podía alcanzar como colono en la frontera.
La actividad exportadora permitió monetizar la economía, creó una moderna agricultura de tipo capitalista con una dotación de recursos humanos de relativa capacidad técnica y con patrones de consumo correspondientes a los niveles de vida de los países del centro. En este caso la ampliación de la actividad exportadora promueve la formación de un mercado interno importante.
Constituye, en rigor, una transformación radical de todo el sistema económico, se trata de una actividad exportadora que cumple una función enteramente opuesta a la que puede atribuirse a la de “enclaves” extranjeros puesto que forma un mercado interno relativamente amplio y en expansión, como importantes grupos de altos ingresos y con una gran concentración urbana, todo lo cual facilita que se expanda la producción interna.
Se crea un sistema de transporte y comunicaciones de tipo radial o en forma de delta, que si bien constituye un sistema integrador, tiene una característica singular: ligar todos los centros poblacionales y productivos con el puerto de exportación, pero no entre ellos. He aquí una particular característica estructural que adquirirá importancia cuando, posteriormente, se trate de integrar el mercado interno.
La política de ventas y de financiamiento de la producción está en manos extranjeras; pero existe además un poderoso grupo de interés nacional que recibe una parte importante del excedente de la actividad exportadora; de aquí surge un grupo social que puede gastar e invertir ese excedente en el país y ayudar de esa manera a transformar si estructura productiva.
La situación preexistente, en ´punto a la población, recursos y organización jurídica e institucional, permitió al nuevo sistema incorporarse, con éxito a la economía nacional que se estaba formando. Esa misma situación determinó que la actividad exportadora tuviera un papel transformador de la estructura económica social, política, institucional y cultural de tanta envergadura que, a decir verdad, se confunde con la creación de una nueva nación.
Desde el punto de vista de la estructura social, el período de crecimiento hacia afuera significa la consolidación definitiva, como clase dirigente, del grupo oligárquico terrateniente ligado a la actividad exportadora: significa también, por otra parte, la formación de importantes grupos medio tanto urbanos como rurales.
En este proceso y durante este período, no se forma en el campo ni en la ciudad una gran masa obrera, un proletariado con organización, sentido de clase etc. Sólo en las actividades portuarias, en los ferrocarriles y en los frigoríficos se desarrollan grupos de alguna importancia con una organización sindical relativamente avanzada.
El Estado representa, en esencia, al sector terrateniente-exportador y a los intereses extranjeros ligados a la actividad exportadora.
La influencia ideológica y cultural europea de la época y el éxito evidente del modelo de crecimiento hacia afuera, contribuyen a fortalecer la ideología liberal y la integración al mundo librecambista de predominio británico.
La expansión y transformación estructural del país durante el período de crecimiento hacia afuera originó una economía donde predominan niveles medios de vida relativamente elevados, un mercado nacional más o menos integrado y bastante amplio y, por lo tanto, un incipiente proceso de industrialización y de diversificación de la estructura productiva.
Este es el trasfondo a partir del cual debe juzgarse el cambio en la economía mundial que comienza a ejercerse a partir de la primera Guerra Mundial. La Argentina estaba estrechamente ligada a Gran Bretaña, centro internacional predominante que comienza a perder dinamismo y a ser reemplazado por Estados Unidos
La fase de la industrialización inducida por la capacidad de diversificación de la actividad exportadora
El gran desarrollo urbano de la época favoreció el crecimiento de múltiples actividades manufactureras simples que se sostenían en una demanda diversificada para la época y en la capacidad artesanal y técnica que muchos inmigrantes europeos traían desde sus países de origen. El gran desarrollo agropecuario impulsó actividades industriales vinculadas a dicha actividad tales como frigoríficos y molinos, así como los talleres de reparación y mantenimiento del sistema de transporte ferroviario. Todo esto significa que el crecimiento industrial acompaña al crecimiento primario exportador en el caso particular de la economía argentina.
La industrialización y urbanización amplía a presencia en las luchas políticas de los grupos medios y de ciertos grupos organizados. Las funciones de legitimación del Estado se amplían y ello significa que la política económica se modifica.
La salida a esa crisis económico-política fue un golpe militar de tipo oligárquico que intentará restaurar la hegemonía para el sector agrario-exportador. Pero la aguda situación de crisis internacional e interna impide reimplantar su anterior liberalismo. Se crea el Banco Central, se introduce el control de cambios, se aceptan los déficits fiscales para mantener un cierto nivel de actividad económica anticipando una política anticíclica pseudojeynesiana antes de la publicación de la “Teoría General”. A medida que la economía argentina se fue recuperando de los efectos de la gran depresión, la política económica se fue liberalizando. La proscripción política del radicalismo durante la denominada “Década Infame” posibilitaba postergar las funciones de legitimación que los sectores medios y obreros organizados habían logrado imprimir al Estado.
El control político del Estado que ejerce la burguesía agro-exportadora gracias al golpe militar se orientó básicamente al control de los excedentes ya que la aguda recesión de la economía mundial impedía la expansión de la actividad exportadora. La caída de las importaciones debido a la persistente depresión de la actividad exportadora en la década de los ’30 junto a un mercado interno relativamente amplio y diversificado para la época, fueron una base sólida para la continuidad del crecimiento industrial.
El sector agro-exportador siguió siendo el principal generador de excedentes y no perdió su hegemonía política, aunque en ciertos momentos debió compartirla con las necesidades del sector industrial que a la postre aparecía como el sector dinámico de la economía.
La continuación del desarrollo industrial diversifica aún más la estructura económica y social del país y agudiza las luchas por el control del excedente y por dominar el proceso de acumulación. El importante desarrollo industrial de la época genera una emergente burguesía industrial interesada principalmente en la aplicación del mercado interno. Ese mismo desarrollo industrial generó el crecimiento del número de operarios que contaban además con la experiencia de las luchas obreras que los inmigrantes traían con su historia. De esta manera se explicaba que en un país de base agraria y con dominación oligárquica, surgieran ideas anarquistas, socialistas y laboristas que se difundieron en parte de la intelectualidad y sobre todo en la clase obrera y en los sectores populares
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