En esta instancia del programa vamos a estudiar la manera correcta en que se deben trabajar las inclusiones de diferentes voces en un texto. Hemos visto que muchas noticias contienen declaraciones de personas que “hablan” en ella: se trata de textos que contienen más de un discurso. Sin embargo, al concluir la lectura nos han quedado claros los conceptos atribuibles a cada uno de los sujetos que intervino en el texto. Hemos visto que cuando necesitamos incluir dichos de alguien diferente al enunciador lo marcamos el escrito con señales tales como dos puntos, comillas, guiones y comas, justamente para indicar esa diferenciación. Citar palabras de otros y relatar dichos que otros emitieron, forma parte de la utilización del lenguaje que hacemos desde que adquirimos la lengua materna. En esta unidad proponemos conocer y ejercitar los modos que nos ofrece el idioma para presentar correctamente los dichos de distintos enunciadores que intervienen en los textos.
Referir enunciados es un problema incluido en un fenómeno lingüístico mayor: la enunciación. Las investigaciones sobre este asunto se agrupan en lo que se denomina Teoría de
Benveniste, siguiendo a Saussure, aceptó reconocer que para estudiar el lenguaje corresponde dividir en dos grandes cuerpos de investigación: lengua y habla; cada sector con sus características y sus rasgos peculiares e identificatorios. Benveniste definió la enunciación como “la puesta en funcionamiento de la lengua por un acto individual de utilización”. Es el “acto mismo de producir un enunciado y no el texto del enunciado”. El hablante moviliza la lengua por su cuenta, convierte a la lengua en discurso y se coloca en posición de hablante por medio de índices específicos.
Oswald Ducrot dice: “La realización de un enunciado es, en efecto, un acontecimiento histórico: algo que no existía antes de que se hablara, adquiere existencia, para dejar de existir después de que se deja de hablar. Llamo enunciación a esa aparición momentánea”.
Ubicación de marcas o índices de enunciación: En la lengua existen entidades cuyo significado que tienen status estable y pleno y otras, cuyo significado está incompleto que son producidas por el aparato formal de la enunciación, que sólo existen en el sistema de individuos creados por la enunciación y en relación con el aquí y el ahora del hablante. Se trata de signos vacíos que son los mismos para todos los hablantes y que se cargan de un contenido único cada vez que se emplean. Ahora consideremos un ejemplo de signo vacío: yo. Está integrado por una imagen acústica y por un concepto que remite a la primera persona verbal pero no designa a alguien, sino únicamente en el momento en que es pronunciado por una persona que se identifica a sí misma como “yo”. Otros ejemplos de signos vacíos son “ayer”, “aquí”, “este”, “mañana”, “mío”, “nuestro”. Estos signos vacíos que tienen que ver con el tiempo y el espacio en que un hablante produce un enunciado se llaman índices de enunciación y hay varios tipos:
A. Índices de persona: Cuando las personas utilizamos la lengua para comunicarnos construimos enunciados en los que dejamos señales o índices que sólo tienen validez para ese momento de utilización.
Veamos estos ejemplos : “La verdad es que yo me paso la vida escribiendo”. “Ah, ¿sí? Mira tú. Ni mi editor se dio cuenta con todo lo que se le paga”. En el primero, alguien se autonombra en el enunciado como “yo”, mientras en el segundo, alguien que coincide con “yo” se manifiesta en el enunciado a través del índice “mi” y también instala a otro frente a sí, a quien formula la pregunta y a quien denomina “tú”. Yo, remite solamente a “la persona que enuncia la presente instancia del discurso que contiene a yo” y solamente puede ser identificado por la instancia del discurso que lo contiene. Tú, remite a lo que yo instala como el individuo a quien se dirige la presente instancia del discurso. En cambio, “él” contiene, según Benveniste, índice de no-persona y tiene las propiedades de combinarse con cualquier referencia de objeto, no remitir a la instancia del discurso, tener una cantidad de variantes pronominales o demostrativas y no ser compatible con índices como aquí y ahora.
B. Índices de ostensión: Estas marcas comparten con los índices de persona la condición de signos vacíos, si se los analiza en forma aislada. Se cargan de contenido cuando son pronunciados y eso ocurre únicamente por el dispositivo que acciona cada acto de enunciación. ¿Cuáles son y cómo aparecen los índices de ostensión? A modo de ejemplo, vamos a suponer la siguiente conversación entre dos personas:
- ¿Dónde está mi saco?
- Acá.
Quien pronuncia el término “acá” realiza al mismo tiempo un gesto de señalamiento hacia un lugar cercano a los protagonistas que hace ostensible el “saco”. El término acá, lo mismo que allí, allá, aquí, éste, ése, aquel, todos pronombres demostrativos, no tienen autonomía ni plenitud conceptual; sólo se cargan de sentido en cada instancia en que son pronunciados.
C. Tiempos verbales: En relación con el aquí y el ahora del hablante, tenemos que considerar también el factor temporal. Veamos primero el ejemplo: “Nació en Madrid hace 47 años y el sábado último llegó por quinta vez a
D. Modalizadores: El concepto de modalización se define como la marca dada por el sujeto a su enunciado; la adhesión del hablante a su propio discurso. Esta adhesión, que puede presentarse más o menos intensa según los enunciados, suele cumplirse a través de los adverbios, como quizá, evidentemente, naturalmente. Ej.: “Afortunadamente, creo que los violentos son parte de una minoría patológica”. A través de la emisión “afortunadamente”, el enunciador imprime a su enunciado una adhesión muy positiva. En cierta manera, también el enunciador manifiesta un juicio de valor con respecto a su enunciado.
TEXTO BASE 2 – Enunciados referidos.
A menudo comprobamos que los discursos con los que tomamos contacto se parecen a objetos discontinuos, desajustados. Suelen aparecer rupturas o interferencias, algunas derivadas del uso de palabras que de algún modo rompen un orden que aparecía como establecido, algunas derivadas del cruce de varios enunciados en el terreno de un solo texto. Tenemos que comprender que así son los textos y así funcionan; como decíamos al comienzo de esta unidad, un discurso no es un conjunto homogéneo de enunciados que remiten a un sujeto único de enunciación, sino que un discurso es de naturaleza heterogénea y suele presentar variadas y diversas fuentes de enunciación que a la vez pueden entablar entre sí, variadas y diversas relaciones, algunas muy simples, otras más complejas. Cuando estamos en situación de producir o comprender un discurso que incluye más de una fuente de enunciación, disponemos de dos variantes básicas de integración textual: estilo directo y estilo indirecto.
Estilo directo: citar textualmente las palabras de alguien e incluirlas en nuestro discurso logrando que ambos enunciados mantengan sus propias marcas de enunciación. Pongamos un ejemplo: “Hubo cuatro años en mi vida en los que no pude escribir, porque me había bloqueado”, comenta, y agrega: “En ese tiempo me di cuenta de que la vida es un lugar muchísimo menos habitable de lo que uno se imagina. Se la pasa muy mal en muchas ocasiones”. En el ejemplo, hay una situación de enunciación del discurso citante que incluye otro discurso diferente, que identificaremos como discurso citado. Ambos discursos mantienen su autonomía y conservan sus propias marcas de enunciación.
Lo que denominamos discurso citante se identifica, en el ejemplo, con el segmento “comenta y agrega”, mientras que lo que llamamos discurso citado se identifica con los segmentos “hubo cuatro años....” y “en ese tiempo me di cuenta...”; el discurso citado también tiene señales de puntuación, tales como comillas, conexión con dos puntos, inicio con mayúsculas.
Para resumir, nos remitimos a la definición de Dominique Mainguenaux: “El discurso directo inserta una situación de comunicación en otra manteniéndole su independencia, es un discurso dentro de otro discurso, donde cada uno conserva sus propias marcas ; el discurso directo reproduce palabras, las repite pura y simplemente”.
Conexiones y puntuación: Ahora veremos algunos modos de conectar la cita directa en nuestro idioma y adoptaremos las formas correctas que solemos leer en la prensa escrita:
Cita textual + Coma + Verbo de atribución: “Soy muy maniática”, dice.
Verbo de atribución + Dos puntos + Cita textual: Se indigna aún más: “Qué barbaridad, qué brutalidad”.
Cita textual extendida en un párrafo con verbo de atribución intermedio: “Hubo cuatro años en mi vida en los que no pude escribir, porque me había bloqueado”, comenta, y agrega: “En ese tiempo me di cuenta de que la vida es un lugar muchísimo menos habitable de lo que uno se imagina. Se la pasa muy mal en muchas ocasiones”.
Estilo Indirecto: procedimiento de integración textual que se caracteriza por mantener estable el contenido del discurso citado pero se presenta en una sola fuente de enunciación, la fuente del discurso citante. Mientras que la característica principal del estilo directo es que las distintas fuentes de enunciación mantienen su autonomía y se presentan con sus propias marcas e índices, la característica principal del estilo indirecto es que reduce todo a su óptica, subordina las fuentes a una sola y se manifiesta como una interpretación del discurso que refiere y no como una reproducción exacta. Veamos este ejemplo de referencia de la voz en estilo indirecto: “Rosa Montero habla de su intimidad y reconoce que le teme más a la vejez indigna e incapacitada que a la muerte y a la soledad.”
Como podemos observar en estos ejemplos, sólo se rescata el contenido de los dichos de la entrevistada y los presenta en un texto en el que se puede reconocer una sola fuente de enunciación, la fuente del discurso citante, en este caso identificado con el discurso de la periodista.
Ahora hagamos la prueba de transformar un enunciado referido en estilo directo en otro referido en estilo indirecto y observemos los cambios que se producen:
En estilo directo: “Le temo más a la vejez indigna e incapacitada que a la muerte y a la soledad”, dice Rosa Montero en referencia a cuestiones íntimas.
En estilo indirecto: Rosa Montero habla de su intimidad y reconoce que le teme más a la vejez indigna e incapacitada que a la muerte y a la soledad.
Al pasar a estilo indirecto se produjeron las siguientes transformaciones:
Cambio de tiempo verbal: el verbo temo, 1º persona Presente Indicativo, cambió a teme, 3º persona Presente Indicativo. Aunque en este caso sólo cambió la persona verbal, en otros casos es común que cambie también el tiempo verbal.
Cambio de signos de puntuación y auxiliares: desaparecieron las comillas de la cita textual y la coma que funciona como nexo coordinante entre el segmento textual y el citante.
Presencia de nexos subordinantes o relacionantes: apareció el nexo subordinante “que” para enlazar los dos segmentos.
Cambio de pronombres: no se dan en este ejemplo pero sí en otros de uso corriente.
Sólo un efecto de veracidad: Algunos autores argumentan que el uso de la cita textual inyecta credibilidad a la noticia, aumenta el contacto personal con la audiencia, agiliza la lectura del texto. Pero se trata sólo de un efecto, de una ilusión, ya que el enunciado que se cita ha perdido el contexto comunicativo original. Si aceptamos que, aún refiriendo un discurso en forma directa no se puede alcanzar su reproducción exacta y que esta imposibilidad se justifica en que cada instancia de la enunciación es nueva cada vez, única e irrepetible, entonces la elección del escritor por referir enunciados directa o indirectamente se convierte en una más de las tareas estratégicas que debe emprender para la producción de un texto.
Estilo Mixto: es un recurso utilitario que permite condensar la totalidad de las declaraciones, facilita la organización textual y puede inducir un texto dinámico y de lectura interesante, si el escritor es hábil. El estilo mixto resulta de la combinación del directo e indirecto, a veces, alternando párrafos de uno u otro estilo y, a veces, con la mixtura en el interior mismo del párrafo. Otro recurso de combinación: en un párrafo planteado en estilo indirecto se enfatizan sólo algunas palabras o alguna frase, generalmente la que resulta más significativa para ese texto y para ese personaje citado. Este recurso que reconoceremos como término o frase enfatizada, también se utiliza con las comillas de la cita textual. Veamos estos ejemplos que tienen de todo:
Estilo Directo Híbrido: Primero veamos el ejemplo: Asegura que “los violentos son parte de una minoría patológica”. Reconocemos a esta especie como estilo directo por cuanto aparecen en textos que revelan claramente la intención pragmática de reproducir la voz del citado y así se manifiesta en la marcación con comillas del segmento textual. Le llamamos híbrido porque conecta una cita textual (Estilo Directo) con un nexo típico del Estilo Indirecto. Como puede verse en el ejemplo la entrada al segmento textual se da a través del subordinante “que”.
Pero observemos lo que ocurre en estos otros ejemplo, también “fabricados”: Cuenta que “en los dos primeros años, de los cinco que me lleva escribir una novela, tomo notas a mano”. Y agregó que “no tengo dudas de que los violentos son parte de una minoría patológica”. Consideramos estos usos como incorrectos, aunque convengamos que son de frecuente aparición en registros escritos y orales. En estos dos últimos ejemplos, la cita textual tiene marca de enunciación de persona (Yo) y choca con la invariante no personal del discurso citante (3º persona). Desde la comprensión, y según las condiciones de la recepción, hasta pueden llegar a confundirse la atribución de las voces a uno u otro enunciador.
Ahora volvamos al texto original y veamos cómo se resuelven aceptablemente estas articulaciones en estilo directo: “Es que en los dos primeros años, de los cinco que me lleva escribir una novela, tomo notas a mano”, cuenta.
Rosa Montero se indigna aún más: “Afortunadamente, creo que los violentos son parte de una minoría patológica”.
También veamos qué posibilidades tenemos para expresar estos dichos en estilo indirecto:
Cuenta que escribir una novela le lleva cinco años, pero en los dos primeros se dedica obsesivamente a tomar notas a mano.
En estilo indirecto con frase enfatizada:
Crece su indignación cuando habla de los violentos y considera que sólo forman parte de una “minoría patológica”.
En estilo mixto:
Crece su indignación ante el tema de la violencia y cree que “los violentos son parte de una minoría patológica”.
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